MIS DOS STELLAS Y ROSA MONTERO
agosto 15th, 2005Hay dos Stellas en mi vida y ambas tienen mucho que ver con este cajón del baño (¡también tienen que ver con miles de otras cosas más en mi vida, claro!)
Stelli es la mujer que más sabe de cremas y gommages y esas cosas en todo el universo. Sin ella, la lista de LA CARA no hubiera sido posible.
stella (así con minúscula, como le gusta que la llamemos) es la autora de esta foto:
y esta foto es sólo una muestra, un ejemplo de varias mesas que hemos llenado con nuestros potes infinitos. De gira por ahí, dando cursos, cuando llegábamos a un hotel, casa o donde fuera que nos alojáramos, lo primero que hacíamos era vaciar nuestras valijas y siempre alucinábamos con el espacio que ocupaban nuestras cremas y cremitas… sea por un fin de semana o por cinco días. ¿A todas les pasa lo mismo?
Mientras escribo esto me viene a la cabeza un párrafo de «La hija del caníbal» de Rosa Montero:
«Todos esos frascos, frasquitos, botellones, tubos, estuches, cajas, pomos, tarros, ampollas, envases y botes eran la representación misma de mi vida. Al envejecer te ibas desintegrando, y los objetos, baratos sucedáneos del sujeto que fuiste, iban suplantando tu existencia cada vez más rota y fragmentada. Y déjame que te diga lo peor: no es sólo un problema de la carne. Así como la crema antiarrugas sustituye a unas mejillas naturalmente frescas, también un pensamiento tópico de segunda mano puede sustituir a la curiosidad de la juventud, una rutina egocéntrica a un cariño primerizo y tembloroso, y un nuevo coche a las ganas de vivir. A medida que envejecemos nos vamos llenando de lugares comunes y de objetos, para cubrir los vacíos que se nos abren dentro.»
Duras afirmaciones las de Lucía, la protagonista de esa novela.
Pero ese no es nuestro caso, ni el de mis Stellas ni el mío. Nosotras pretendemos hacernos viejitas con dignidad y con la ayuda de algunas cremitas. En cuanto al alma, para eso, tenemos amores y amigas.
