Laura Esquivel reivindica la cultura, los valores y el mundo azteca en su novela “Malinche”, para lo cual se documentó y consultó una impresionante cantidad de bibliografía.
Malinalli, “bella como una diosa”. Ese es el nombre de la mujer que fue compañera y traductora de Hernán Cortés.
Malinalli, una mujer inteligente, que sufrió el abandono de su madre cuando era muy pequeña y que fue criada por su abuela, operó como enlace (por medio de la palabra) entre esos extraños que llegaban “montados en bestias” y su gente. Aprendió el idioma de los que llegaban y se convirtió en “la lengua”, como la llamaba Cortés.
Esta novela nos cuenta la historia desde la mente y la vivencia de Malinalli y nos ayuda a entender qué pasaba por su cabeza y su corazón. Nos permite entender la interpretación que ella hizo de la conquista, a partir de su cosmovisión y de la mitología que explicaba su realidad.
Siempre creí que “Malinche” era el nombre de esa mujer, pero resulta que no, que así se lo llamaba a Hernán Cortés, porque Malinche quiere decir “el amo de Malinalli”. Por eso me hubiera gustado más que así se llamara la novela, porque es una historia que la nombra a ella, que la relata a ella, pero bueno, seguramente hubiera pasado desapercibida. En cambio, “Malinche” que es la palabra con que aún hoy en día en México se designa a los traidores, era un título más popular, por decirlo de alguna manera.
La novela me gustó, está escrita con una prosa que remite a una estructura de pensamiento, que acerca a dioses y costumbres y comidas, a símbolos y vestimentas.
Siempre había creído que “La maldición de Malinche”, esa canción tan clara, sintética y perfecta que interpreta Amparo Ochoa y que denuncia la colonización, hacía referencia a una mujer traidora. Pero esta novela acerca otra lectura de las cosas. Y me gusta que así sea.
Dos artículos interesantes que hablan de este libro: aquí y aquí
Más sobre Malinalli y la letra de «La maldición de Malinche»: aquí