FRANCESCA BONNEMAISON
abril 6th, 2008Francesca Bonnemaison nació en Barcelona el 12 de abril de 1872, hija de padre de origen francés y madre catalana, quienes eran dueños de uno de los negocios de ropa más prósperos de la ciudad.
Tuvo una fuerte educación religiosa, estudió con las Religiosas Felipas, aprendió idiomas, dibujo, pintura y música. La joven Francesca siempre formó parte de los círculos de buena posición económica de Barcelona.
A los 21 años se casó con Narcís Verdaguer, abogado de pocos recursos. Este tipo de casamientos no eran frecuentes en la burguesía catalana de entonces. Mientras su marido ejercía la profesión y comenzaba a incursionar en política, ella se dedicó a traducir cuentos provenzales para La Veu de Catalunya firmando con la contracción de su nombre y el de su marido “Franar”. Estas iniciativas intelectuales de Francesca no eran bien vistas por su marido, hay muchos testimonios que dan cuenta de esto…
Pero a pesar que Narcís quiso controlar la actuación pública de su esposa… se le fue de las manos.
En 1909 dentro de la Obra de Buenas Lecturas, Francesca y la Junta de Damas Cooperdoras crearon la Biblioteca Popular de la Mujer (Bilbioteca Popular de la Dona), la primera de Europa, dos décadas antes que las inglesas fundaran la Fawcett Library de Londres (1926), y las francesas, la Biblioteque Marguerite Durand (1931).
El sacerdote Ildefons Gatell hizo un donativo de 500 pesetas y de 100 libros. Se instaló en el claustro superior de la parroquia de Santa Anna y se inauguró el 28 de marzo de 1909. La propaganda enfatizaba que era una biblioteca “de entrada libre para todas”.
Segura de sí misma y de su proyecto y apelando a sus contactos sociales, a los de su marido y sus padres, Francesca golpeó todas las puertas para conseguir apoyo económico y social. Era un buen momento para hacerlo, la creación de la Biblioteca coincidió con el apogeo catalanista cultural.
Al principio, la Biblioteca abría los domingos y feriados de 11:00 a 12:00 de la mañana y de 15:30 a 17:00 de la tarde, la cuota era de 0,10 pesetas por mes o 1 peseta al año y las mujeres, además de libros de caràcter educativo o literario podían llevarse a casa, revistas y moldes para hacerse su ropa y las de sus criaturas. A la salida de misa, las mujeres de distintas clases sociales, obreras y burguesas, libres de la supervisión de sus maridos, se encontraban para hablar de sus hijos, de sus hogares y de la moda. Al cabo de un año, la Bilbioteca quedó pequeña. Buscaron un espacio más amplio al que se mudaron en 1910.
En 1918, muere Narcís y con 46 años, Francesca se queda verdaderamente sola, sin marido, ni padre ni madre. Sólo tenía su Biblioteca a la que se entrega con toda su energía.
A fines de 1922 muda la Bilbioteca, definitivamente, a la calle Sant Pere Més Baix, en una antigua casa medieval de la familia Bielsa. Para conseguir esta casa, Francesca hipotecó sus dos propiedas de Barcelona.
El fondo de la Biblioteca creció. En 1911 contaba con 5.000 volúmenes, fruto de donaciones, subvenciones y ayudas. A fines de 1936 llegó a contar con más de 23.000 volúmenes, crecimiento que mermó significativamente durante la dictadura franquista.
En 1911, viendo que la oferta de la Biblioteca era escasa en relación a las necesidades de las mujeres, cambia el nombre y se crea el Instituto de Cultura y Biblioteca de la Mujer, ofreciendo cursos de formación y una bolsa de trabajo. Se ofrecía enseñanza secundaria, profesional y doméstica y, más adelante, también de idiomas.
Poco antes de que la Guerra Civil abortara toda esta explosión de cultura para las mujeres, nace Claror, la revista del Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Mujer. Se trataba de una publicación destinada a las mujeres de la burguesía barcelonesa, incluía artículos firmados por prestigiosas mujeres (y algunos hombres): Rosa Sensat, Lola Anglada, Aurora Bertrana, Josep Maria de Segarra y la misma Francesca Bonnemaison. Contenía artículos de teatro, joyería, arquitectura, narraciones literarias, fotografía, así como algún artículo sobre feminismo (no olvidemos que estamos en 1935…). Se publicaron 14 números y Claror desapareció en 1936.
En ese mismo año, cuando estalla la Guerra Civil, Francesca se exilia junto con su ahijado, Francesc Cambó.
El mismo año de su regreso, 1941, se firma la cesión del edificio a la Diputación de Barcelona. Francesca no volverá a pisar jamás a la casa de la calle Sant Pere Més Baix. Le dolía ver su creación en manos de la Sección Femenina de la Falange… Murió en Barcelona en 1949.
En los años setenta, la figura de Francesca y su Biblioteca e Instituto fueron objeto de análisis y críticas. Maria Aurelia Capmany, por ejemplo, la acusó de crear un espacio para mantener el status quo y no generar en las mujeres una mirada crìtica de su situación. Por suerte, años después se tiene constancia que la Capmany no dejó de reconocer la aportación que hizo este grupo de pequeñas burguesas ilustradas…
Según Pilar Godayol, Francesca Bonnemaison “no vivió ajena a su tiempo ni a su clase social. No educó dentro del laicismo y el catalanismo liberal, como le hubiera gustado a la Capmany, sino dentro del catolicismo y el catalanismo burgués de la época. Lo hizo con prudencia, seriedad y dedicación personal y económica (…)”.
Gracias a ella y a su esfuerzo y voluntad, muchas mujeres tuvieron acceso a una educación, a los libros y al intercambio femenino. Gracias a su entusiasmo, Francesca legó a las mujeres catalanas una obra innovadora, única e irrepetible: el Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Mujer, el cual, después de pasar a ser sede de diversas instituciones públicas, en el año 2000 se convirtió en el actual Centre de Cultura de Dones Francesca Bonnemaison, un espacio maravilloso que cuenta con un fondo de 44.000 volúmenes, especializado, por su historia, en reliquias sobre moda y labores domésticas, pero que con los años se dedicó a completar con libros sobre feminismo, estudios de género y historia de mujeres (gracias al cual, personalmente, pude completar mi Máster en Estudios de la Diferencia Sexual, casi sin haber tenido necesidad de comprar ni un solo libro…)
Desde este humilde espacio, te digo gracias, Francesca.
Fuente: Godayol, Pilar;”Moments femenins de la humanitat. Quinze dones que han fet història”, Barcelona, Mina- Focus, 2007.
Etiquetas: Barcelona, biblioteca, Centre de Cutura de Dones Francesca Bonnemaison, Francesca Bonemaison, mujeres
abril 7th, 2008 at 5:52 pm
Ya hubiera querido yo tener esa biblioteca cerca porque a mí sí me costó trabajo conseguir los textos para el máster. ¡Qué suerte la tuya!
Besos.
abril 7th, 2008 at 6:30 pm
Pero, Montse, indirectamente también te beneficiaste porque todo el material que escaneé para las compañeras que, como tu, estaban lejos… era de ahí!!! 😉
Besos, amiga!
febrero 16th, 2012 at 2:22 pm
Jo vaig estudiar a l’ Institut de Cultura, entre els anys 1960 i 1966, quan ja estava dirigit per la Secció Femenina. Crec que s’hauria de fer més justicia a aquesta Institució.
La qualitat i el mètode d’ensenyament eren excellents, molt millors i més lliberals que la de molts col.legis de monjes que eren l’alternativa majoritària d’aleshores.
Ningú em va «buscar» per què m’afilies a la Secció femenina, jo era absolutament anti secció femenina, però voldria defensar el paper que aquesta Institució va tenir en l’ensenyamentd de l’època.
La Biblioteca Francesca Bonnemaison també va ser un referent per a nosaltres.
febrero 23rd, 2014 at 9:40 pm
Tinc 78 anys i des molt petita que a la meva famil.lia es parlava de la Sra. Bonnemaison com un referent extraordinari. La meva tia-ávia Mercé Villamur habia col.laborat amb ella. Encara conservo algún document i l’esquela mortuoria de la Sra. Bonnemaison.
Desgraciadament aquesta clase de dones són les que no surtirien al Hola o al Salvame de lujo.
mayo 5th, 2014 at 7:02 pm
Yo estudié el bachillerato en «La Cultura» desde el año 1954 a 1960. Estaba bajo la dirección de la sección femenina de Falange, pero para mí fue una escuela fascinante, con un profesorado excepcional de mujeres jóvenes universitarias, que supieron crear un ambiente muy moderno para la época, con valores progresistas, muy lejos de las monjas y de otras escuelas de entonces.
Las buenas formas y la tolerancia eran muy importantes y a mi edad, todavía agradezco el haber recibido una educación tan privilegiada. Creo que se podría hacer un poco de historia de esa época en vez de silenciarla por motivos políticos, porque fueron muchos años de labor educativa y varias generaciones de chicas de Barcelona hemos tenido la suerte de estudiar allí bachillerato incluido el curso preuniversitario, como también Magisterio y Comercio. Estoy muy de acuerdo con Rosa María; recuerdo que siempre decíamos que de tener hijas estudiarían en «La Cultura», lástima que no pudo ser.