LOUISA MAY ALCOTT Y MUJERCITAS
junio 8th, 2006Louisa May Alcott nació el 29 de noviembre de 1832 en Germantown, Pennsylvania (Estados Unidos). Sus padres fueron Abigail May y el pedagogo, escritor y filósofo trascendentalista Amos Bronson Alcott, muy vinculado al abolicionismo, al sufragio femenino y a la reforma educacional. Louisa tenía tres hermanas, Anna, Lizzie y Abba May. Su hermano Dapper murió cuando todavía era un niño.
Las cuatro hermanas recibieron su educación en su propio hogar, siendo instruidas por su padre. También recibían visitas de ilustres amigos y vecinos, como Nathaniel Hawthorne, Henry David Thoreau, Theodore Parker, Margaret Fuller o Ralph Waldo Emerson.
La familia May Alcott vivió una infancia de carencias económicas. Para ayudar económicamente a su familia Louisa comenzó a trabajar desde joven en diversos oficios, como costurera, maestra o escritora para el Atlantic Monthly.
Louisa escribió relatos y poemas desde joven. En 1851 publicó su primer texto con el seudónimo de Flora Fairfield, un poema que vio la luz en la publicación Peterson’s Magazine.
Su primer libro publicado sería “Fábulas de Flores” (1854). Con el seudónimo de A. M. Barnard cultivó el relato gótico y las historias de misterio, en títulos como “Cacería de amor largo y fatal” o “El crimen y castigo de Pauline”.
Louisa nunca contrajo matrimonio. Se mostró, al igual que su madre y su padre, bastante activa a nivel social y político durante toda su vida, alineándose en contra de la esclavitud y apoyando con ahínco el voto de la mujer.
Cuando estalló la Guerra Civil en su país se ocupó como enfermera en el Union Hospital de Georgetown. Mientras estaba ejerciendo su labor sufrió fiebres tifoideas, que le trataron con calamina. Este tratamiento, que conllevó un envenenamiento de mercurio, le llevó a padecer numerosos males durante toda su vida.
Con su obra literaria más popular, la novela “Mujercitas” (1868), Louisa alcanzaría la fama y la fortuna. El libro, con elementos autobiográficos, fue continuado por títulos como “Hombrecitos” (1871) o “Los muchachos de Jo” (1886). Algunos de sus últimos trabajos literarios fueron “Work” (1873) o “Un moderno Mefistófeles” (1877).
Louisa May Alcott murió en la ciudad de Boston el 6 de marzo de 1888. Tenía 55 años. Un año después apareció su novela póstuma “Un susurro en la oscuridad” (1889).
Fuente: Viaje Literario
Es muy interesante pensar en las razones que hicieron que “Mujercitas” trascendiera los siglos y los cambios. Y me parece especialmente esclarecedor el análisis que hace Luisa Muraro en su artículo “Mujercitas” (publicado en “Luisa Muraro” de Clara Jourdan. Y que también puede leerse en italiano aquí):
“Esta novela es una obra maestra de la astucia femenina: durante ciento cincuenta años ha conseguido ser publicada, traducida y recomendada como una novela de formación para jovencitas de bueba familia, y tiene todos los ingredientes, efectivamente, pero, de paso, consigue anunciar el final del patriarcado. (…) Por usar etiquetas, para la obra maestra de Louisa May Alcott yo hablaría de novela de iniciación. La novela de formación muestra un itinerario para llegar a ser lo que la sociedad requiere o espera, mientras que la novela de iniciación relata los pasajes y pasos que te llevan a descubrir quién eres, y a llegar a ser la que puedes ser más profundamente. La iniciación tiene que ver con el nacimiento de la libertad, la que está asociada con el descubrimiento de sí, y es algo que, si no conoces esta libertad – no exterior sino íntima y personal- puede ser confundida con la moderación y el conformismo. Louisa May Alcott lo sabía, y yo creo y pienso que se aprovechó de ello para disfrazarse de escritora costumbrista y, así, hacer su juego (…)”
Recuerdo el olor de mi “Mujercitas” de la Colección Robin Hood. Para mí, ese era el olor de la casa de la familia March y el olor de sus vestidos y sus fantasías.
Recuerdo haber llorado cuando Jo se cortó el cabello y cuando muere Beth. Recuerdo frases completas de ese libro, que para mí, como dice Luisa Muraro, fue un libro de iniciación.
Y no puedo dejar de mencionar las dos versiones cinematográficas de “Mujercitas” que yo vi…
La de 1949, con June Allyson y Elizabeth Taylor
Y la de 1994, con Wynona Ryder y Susan Sarandon.
Tengo ganas de volverlo a leer, por millonésima vez…