Las Sirenas son las tres ninfas del mar. Una de ellas toca la lira, la otra la flauta y la tercera canta. Por estos medios y utilizando palabras seductoras, inteligentes y tramposas persuadían a los marineros que pasaban por allí para que se acercaran a ellas para detruirlos. Es por esto que la isla en la que ellas viven está llena de los huesos de aquellos que han caído en su trampa.

No hay acuerdo con su ascendencia, pero todas las fuentes dicen que son hijas de alguna de las musas: o Calíope o Melpómene o Terpsícore. Del mismo modo, tampoco hay acuerdo con los nombres que se les atribuyen y si bien siempre se afirma que ellas son tres, los nombres que se les atribuye, son más: Aglaope, Leucosia, Parthenope, Pisinoe, Thelxiepia.

Se las conecta con diferentes mitos griegos: como acompañantes de Perséfone cuando es secuestrada por Hades; con la leyenda de los Argonautas y por supuesto con la más conocida, la de Ulises, cuando quiso escuchar el canto de las sirenas y para ello se hizo atar al palo mayor del barco y a sus marineros les tapó los oídos con cera.

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Bien, qué tiene que ver un post de este tipo en un blog como el mío… no sé, la verdad, y hasta les diría ni me importa, pero esta nena me cansó. Y no me atrevía de decirlo, porque parece ser una de esas intocables que si las criticás, siempre quedás mal. Pero listo, lo digo: Scarlett Johansson me tiene harta.

No entiendo su éxito. No es ni más linda ni más fea que millones de otras, no es (ni mucho menos) mejor actriz que muchas. Siempre tiene esa cara… sí, esa, esa cara. Aparece en tooodas las tapas de revistas y en tooodas la películas. Y lo peor es que es una nena, de modo que tenemos Scarlett para rato…
Yo ya sé que los hombres que la adoran me acusarán de envidiosa… nada de eso, Scarlett podría ser mi hija.

Listo, lo dije. Y mi inspiración fue este artículo de Rodrigo Fresán Odiamos tanto a Scarlett

Aquí va un regalito que, a su vez, me envió una amiga, un poco brujita ella, para celebrar el Samhain.

Imágenes, música, muy lindo! (Gracias, Rydra!)

Hace un tiempo se desató en España una polémica en el mundo de la moda, las pasarelas, los desfiles. La cuestión de cuál es el talle (o la talla, como se dice en España) mínimo que debe ser aceptado en una mujer para ser modelo en esos desfiles supertop…

Me pareció muy interesante que se planteara la polémica, y al mismo tiempo me resultaba increíble escuchar los argumentos de algunos diseñadores que se manifestaban en contra de poner un límite a la delgadez de esas pobres chicas, realmente, alucinantes…

La cuestión es que si bien el tema de la anorexia y la bulimia es tremendo y preocupante, yo soy de las que cree que la «culpa» de dichas enfermedades no la tienen los que rigen la moda en el mundo, aunque es verdad que sí favorecen el desarrollo y la justificación. Yo creo que el origen de esas enfermedades es psicológico y, en todo caso, su afirmación es social. Un poco como pasa con el cigarrillo, pero esa… es otra polémica.

De lo que quiero hablar en este post, entonces, no es del daño que el mundo de la moda (y sus subsidiarios: la publicidad, el marketing, el negocio…) hace a las jovencitas que están en peligro y son vulnerables porque tienen una predisposición psicológica, sino del daño que ese mundo nos hace a la mayoría de las mujeres de, por lo menos, el mundo occidental.

Estamos todas sometidas a las mismas imágenes y a las mismas presiones, sólo que algunas tienen más recursos (culturales-psicológicos-personales) para protegerse. Sin embargo, sería hipócrita decir que cuando vemos la foto de esa mujer perfecta, no nos sentimos un pelín mal y empezamos a hacer dietas o nos anotamos en el gimnasio…

Por eso, me encantan las campañas de Dove, que desenmascara intocables y nos habla de mujeres reales en un mundo real. Por ejemplo esta que pueden ver haciendo click aquí: «No hay duda de que nuestra percepción de la belleza está distorsionada».
Parece que Dove creó una fundación para ayudar a las mujeres a fortalecer la autoestima, empezando desde niñas. Miren este otro video (está en inglés, pero creo que es elocuente de todos modos).

Un aplauso a estas campañas, por el bien de todas las bellas mujeres reales…