COCÓ CHANEL

enero 14th, 2006

Coco Chanel - Metropolitan Museum - New York

Se podría decir que Cocó Chanel fue quien inventó a la mujer moderna. Le sacó el corsé con varillas y le cortó el pelo, pero antes de eso, Cocó se inventó a sí misma.

Gabrielle Chanel nació en el hospicio de Saumur el 18 de agosto de 1883. Cuando tenía doce años murió su madre, y su padre no estaba dispuesto a hacerse cargo de ella y sus otros cinco hijos. Así que, como los abuelos no quisieron ocuparse de ellos, el padre ubicó a los tres varones en casa de familia y a las tres niñas las internó en Obazine, un orfanato francés enorme.
Gabrielle nunca superó aquel abandono. «Quería suicidarme. Durante mi infancia sólo ansié ser amada. Todos los días pensaba en cómo quitarme la vida, aunque, en el fondo, ya estaba muerta. Sólo el orgullo me salvó». Un orgullo que, años después, le llevó a su venganza.: transformar aquel humillante uniforme negro del orfelinato en bandera del buen gusto: un Chanel. Odiaba a su familia. «No me gusta. Se nace en ella pero no con ella. No conozco nada más espantoso que la familia».
La vestimenta era sumamente austera y la disciplina que debían observar la hicieron muy testaruda, obstinada y rígida, actitudes que eran para ella un ancla de salvación.
Todavía no tenía sueños concretos, pero lo que sí sabía Gabrielle era que quería salir de ese entorno y ser libre aun al precio de quedarse sola. Pero para eso se necesitaba dinero.

Era el año 1900 y todavía no había alcanzado la mayoría de edad pero todos los testimonios que se conservan sobre ella de esa época coinciden en lo mismo, ella era especial, era algo singular, no una belleza clásica según los cánones de la época, no había en ella ni busto ni caderas, su pelo era espeso y rebelde y sus facciones marcadas y musculosas. Su aspecto tenía cierto carácter andrógino.
Se distinguía por su avidez por aprender y la distinción de la ciudad de Moulins le permitió observar en las calles a la gente elegante que paseaba.

De su educación en aquel orfanato le quedó una enseñanza que se convertiría en su sello ditintivo: la rigurosidad y la austeridad. Ya por entonces rechazaba los accesorios exagerados y consideraba que las joyas eran un signo de que la mujer quería convertirse en objeto del hombre. “Lleva más adornos que un árbol de Navidad” era una frase que decía siempre.

Gabreile tenía un sueño y era ser cantante de opereta. Con la ayuda de su tía Adrienne, cantaba en La Rotonde un café chantant de Vichy, un lugar típico de aquellos años. El final de una de las canciones (cargada de doble sentido) que logró cantar como solista le dio el nombre que la haría famosa: Cocó.

Así, en 1905 Gabrielle pasó a ser Cocó Chanel.

En 1910 se trasladó a Deauville para seguir a su amante Boy Capel, (un oficial de caballería que la sacó de aquel lugar) y abrió un negocio de costura con mucho éxito. Sus modelos eran revolucionarios y ella misma vestía en forma tan diferente que todas querían copiarla.
Cuando en el año 1914 abrió una sombrerería en París sus vestidos a base de jerseys y blusas blancas sin corsé ya eran famosos. Fue gracias al riquísimo duque de Westminster que logró abrir esta casa. Fueron amantes pero ella le devolvió hasta el último centavo que él le había prestado para iniciar su empresa.
Podríamos decir que fue a mediados de los años veinte que lanzó el estilo Chanel clásico, que consistía en un traje de punto de lana con una chaqueta recta y sin cuello, una falda corta a juego, que se llevaba con joyas estilo Art Déco falsas más chic que las de verdad y un sombrero marinero sobre el pelo corto. Algunos dicen que el estilo Chanel no es más que la sofisticación y la estilización del uniforme del orfanato.
También lanzó las famosas polleras tubo negras, los sobrios tailleur con una gardenia de piquet blanco como único adorno y las primeras carteras con la marca con la doble C entrelazadas.

Finalmente llegó el golpe de gracia, el perfume Chanel nº 5, uno de los perfumes que creó y que se hizo famoso en el mundo entero. La revolución de este perfume fue que incorporó materiales jamás utilizados en un perfume femenino que le daba más volumen y potencia y que además era mucho más accesible que los perfumes conocidos hasta ese momento. Cocó permitió la popularización del lujo y con su Chanel n° 5 todas las mujeres podían perfumarse y seducir. Hay un dato muy interesante que tiene que ver con el diseño del frasco del perfume más famoso del mundo: la línea del frasco está inspirada en un dibujo a carbón que Picasso le había regalado a Cocó en 1920, “La botella de perfume”.

Botella de Chanel nº 5

Cocó se convirtió en la modista más famosa del mundo. Vestía incluso a las divas de Hollywood. Comenzó a incorporar tejidos masculinos como el tweed para ropa femenina. Impuso los pantalones, la figura esbelta y los sombreros de paja.

Coco por Horst P. Horst, 1937

Durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra Cocó no diseñó. “No son tiempos para crear vestidos” decía. Tenía 59 años y conoció a Hans von Dinklage quien tenía 46 un oficial nazi que enamoraba a las francesas pero que eligió a Cocó. Ese romance le ocasionó la vergüenza de un proceso por colaboracionismo del que pudo salir airosa porque, como sostuvo su abogado en su defensa, “fue todo por amor”. El proceso vivido en esos años la marcó profundamente y no logró recuperarse hasta diez años después.

En 1954 dejó perplejo al mundo cuando volvió a abrir la casa de modas sin presentar ninguna novedad, simplemente revivió las mismas faldas tubo negras y los trajecitos de los años 30. Evidentemente, no se equivocó, porque en pocos meses todas las mujeres volvieron a vestir Chanel y a usar el perfume n° 5.

Coco y su Maison

Avejentada, maquillada como una trasnochada actriz de cine mudo y resentida por sus fracasos sentimentales, sólo cuando se encerraba en su casa, una habitación del hotel Ritz, volvía la Chanel frágil del hospicio de Obazine. Una huérfana de 88 años que se anclaba frente al televisor hasta la madrugada para no reunirse con los fantasmas. «Es como una enfermedad. No me decido a despegar el culo del asiento. Me horroriza ir a acostarme. Hace diez años que no me han besado en la boca…». El 10 de enero de 1971 terminó su largo reinado sobre la moda. «Seré una mala muerta. Cuando esté bajo tierra me agitaré, y sólo pensaré en regresar para volver a empezar». A los funerales de despedida asistieron Dalí, Yves Saint Laurent, Paco Rabanne y Balenciaga.

Foto de Henri Cartier-Bresson - 1964

MAFALDA

diciembre 26th, 2005

Mafalda

Mafalda nació en la vida real, como ella misma dice en su autobiografía, el 15 de marzo de 1962. Le pusieron ese nombre inspirados en una escena de la película Dar la cara, la versión cinematográfica del libro del escritor David Viñas. En esa película aparece una bebé dentro de un moisés que se llama así.
Es hija de un matrimonio de clase media. Viven en San Telmo, en Chile 371 (la casa donde Quino y su mujer vivieron durante un tiempo). El papá de Mafalda es un corredor de seguros que se la pasa haciendo cuentas para llegar a fin de mes y ama a las plantas, por lo que, las hormigas son sus peores enemigas. La mamá es ama de casa. Se conocieron cuando estudiaban juntos en la Facultad, pero después ella abandonó para cuidar mejor a Mafalda y formar una familia, cosa que la nena le reprocha cada vez que puede. De figura menuda, con lentes y el pelo rizado, Raquel es una mamá preocupada de los quehaceres del hogar y de criar a la nena, siempre dispuesta a conversar, aunque tenga que enfrentar las lapidarias e inocentes conclusiones de su hija, quien le dice todo lo que piensa, a veces con mucha crueldad.

Los padres de Mafalda

Por 1967 el papá tenía 35 años y en su última aparición ya contaba con 39. La mamá debía andar por entonces cerca de los 36 o 37 porque Mafalda un día la descubre arrancándose una cana. No sabemos cómo se llama el papá, pero la madre se llama Raquel (que es el nombre de la panadera del barrio de Quino).
Ambos son pasivos y se ven constantemente acosados por las preguntas de su hija. Y tienen un par de debilidades en común: sus hijos y el Nervocalm.
Mafalda debe tener al menos una abuela, porque después de unas vacaciones le envió una postal. Algunas veces aparece una tía.

En realidad Mafalda iba a “trabajar” en una tira de publicidad subliminal para que la Siam Di Tella vendiera mejor su nueva línea de electrodomésticos Mansfield. La agencia Agnes Publicidad le encargó el trabajo a Miguel Brascó, pero como él tenía otros compromisos, se lo pasó a Quino. Pero la campaña nunca se hizo y las ocho tiras que había dibujado quedaron guardadas en un cajón. Hasta que al año siguiente Julián Delgado, secretario de redacción de «Primera Plana», le pidió una historieta. Entonces rescató esas tiras y bueno, ahí empezó todo.
Esta anécdota, que Quino contó muchas veces, tiene algunos detalles poco conocidos. Por ejemplo, el empleado de la agencia Agnes que le encargó la tira era Norman Briski.
Así, Quino le consiguió a Mafalda una recomendación para trabajar en la revista Primera Plana, donde hizo su primera aparición pública el 29 de setiembre de 1964, poco antes del golpe de Estado que derrocó al presidente Arturo Illia y un año después de que Los Beatles dieran su primer recital en Hamburgo. En su caso, la partera no dijo macho: el flamante personaje llevaba sus polleras bien puestas. ¿Por qué mujer?, le preguntaron a su creador: “No lo sé. Al principio uno no se detiene a pensar en esas cosas», dice hoy Joaquín Lavado, Quino.
El dibujante tampoco se había puesto a pensar, tres décadas atrás, que las ideas de esta niña tan ingeniosa como irreverente iban a recorrer el mundo traducidas a 26 idiomas, desde el japonés, italiano y portugués, hasta el griego, francés y holandés.
Mafalda es fanática de Los Beatles porque, según ella misma dice “son muy alegres, están de acuerdo conmigo en muchas cosas, y tocan la música que nos gusta a los jóvenes.”

A Mafalda le gusta leer, escuchar los noticiosos por radio, mirar la tele (menos las series), jugar al ajedrez, y a las hamacas. También le gusta mucho jugar a los cowboys y correr al aire libre, donde haya árboles y pajaritos como en Bariloche, adonde se fueron una vez de vacaciones.
Entre las cosas que no le gustan están: primero que nada, la sopa, después la injusticia, la guerra, las armas nucleares, el racismo, que le pregunten si quiere más a su papá o a su mamá, el calor y la violencia. Por eso, cuando sea grande, quiere ser traductora de la ONU. Así, cuando los embajadores se peleen ella va a traducir todo lo contrario, para que se entiendan mejor y haya paz de una buena vez. Es sensible, le preocupa la humanidad, la paz y los derechos humanos. Y está obsesionada con los chinos y los viajes espaciales.
Es una nena excepcional; curiosa y con una profunda consciencia existencial. Además es sumamente generosa
Mientras estuvo en Primera Plana, sólo aparecían ella y sus padres hasta que en enero de 1965 hace su primera aparición Felipe.
En marzo de 1965 la tira dejó de publicarse en Primera Plana y reapareció una semana después en el diario El Mundo, donde salió hasta el cierre del periódico, el 22 de diciembre de 1967. En ese momento Raquel, la mamá de Mafalda, estaba embarazada de Guille.

Guille

El 2 de junio de 1968, cuando la tira comenzó a publicarse en Siete Días, el Guille ya había nacido (el 21 de marzo de 1968). Ya entonces Mafalda era recopilada en libros que editaba Jorge Alvarez, y que llevaban vendidos 130.000 ejemplares. La primera edición, de 1966, había agotado 5000 ejemplares en dos días y comenzaba a ser conocida en todo el mundo. En 1969, se publica en Italia “Mafalda la contestataria”, con prólogo de Umberto Eco, director de la colección.
Sin ninguna duda, Mafalda es genial, pero ella no sería quien es si no fuera por sus amigos…

Felipe
Felipe
Susanita Chirusi:

Susana
Manolito Goreiro:

Manolito

Miguelito Piti:
Miguelito

Libertad
Libertad

TIEMPO

diciembre 23rd, 2005

Yo no te deseo un sin fin de regalos.

Te deseo solamente
lo que la mayoría no tiene:
yo te deseo tiempo,
para alegrarte y para reirte,
y si tú lo aprovechas bien
puedes hacer algo de él.

Yo te deseo tiempo
para tu trabajo y tus sueños;
y tiempo no solo para tí mismo,
sino también para regalar.

Yo te deseo tiempo,
no para apurarte y correr,
sino el tiempo para poder estar contento.

Yo te deseo tiempo,
no solo para distraerte.
Yo deseo que te sobre
como tiempo para el asombro
y tiempo para la confianza,
en vez de mirar el reloj
para ver como pasa.

Yo te deseo tiempo,
para tocar las estrellas,
y tiempo para crecer,
es decir para madurar.

Yo te deseo tiempo,
para abrigar nuevas esperanzas,
tiempo para amar.
No tiene sentido
dejar este tiempo para después.

Yo te deseo tiempo,
para encontrarte a tí mismo,
para comprender cada día, cada hora
como una felicidad.

Yo te deseo tiempo,
también para perdonar culpa.
Yo te deseo: tiempo para vivir.

(Elli Michler)

LA PEQUEÑA MUERTE

diciembre 17th, 2005

«No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubilosos dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte , la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.»

Eduardo Galeano

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