DÍA DE LAS MUJERES

marzo 8th, 2008

Me estremeció la mujer que empinaba a sus hijos
Hacia la estrella de aquella otra madre mayor
Y como los recogía del polvo teñidos
Para enterrarlos debajo de su corazón

Me estremeció la mujer del poeta, el caudillo
Siempre a la sombra y llenando un espacio vital
Me estremeció la mujer que incendiaba los trillos
De la melena invencible de aquel alemán

Me estremeció la muchacha
Hija de aquel feroz continente
Que se marchó de su casa
Para otra de toda la gente

Me han estremecido un montón de mujeres
Mujeres de fuego, mujeres de nieve

Pero lo que me ha estremecido
Hasta perder casi el sentido
Lo que a mi más me ha estremecido
Son tus ojitos, mi hija, son tus ojitos divinos

Me estremeció la mujer que parió once hijos
En el tiempo de la harina y un kilo de pan
Y los miró endurecerse mascando carijos
Me estremeció porque era mi abuela además

Me estremecieron mujeres
Que la historia anotó entre laureles
Y otras desconocidas, gigantes
Que no hay libro que las aguante

Me han estremecido un montón de mujeres
Mujeres de fuego, mujeres de nieve

Pero lo que me ha estremecido
Hasta perder casi el sentido
Lo que a mi más me ha estremecido
Son tus ojitos, mi hija, son tus ojitos divinos

MUJERES, de Silvio Rodríguez

(Ilustración: fragmento de una ilustración de Alejandro Balbontin)

A TODAS: ¡FELIZ DÍA!

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J.K.

marzo 3rd, 2008

Me gusta la saga de Harry Potter. Mucho.

Mientras me dispongo a leer el séptimo y último libro, estuve buscando cosas en la web. Es absolutamente increíble la cantidad de páginas y blogs que hay sobre Harry Potter o sobre su autora. De todo y más.

De entre todas las cosas que encontré hay una que me gustaría compartir aquí. Parece que cuando Joanne finalmente encontró una editorial para publicar “Harry Potter y la piedra filosofal” el señor Bloomsbury, su editor, le recomendó que utilizara sus iniciales en la portada del libro… ¿Por qué? Porque él consideraba que un nombre femenino atraería menos el interés de los niños y niñas… Ella aceptó y decidió agregarse la K de Kathleen, el nombre de su abuela, como segunda inicial.

Llama la atención que esto suceda en nuestro tiempo. Lo mismo que les pasó a tantas escritoras de otros siglos (las hermanas Brontë, por ejemplo) que sabiendo que el prejuicio existía, presentaban sus originales con seudónimos masculinos.

El tiempo pasa y nos creemos que las cosas cambian, que las mujeres hemos conseguido nuestro lugar, sin embargo, hechos como este nos demuestran que no, que a lo mejor de forma sí, pero de fondo casi nada ha cambiado.

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