EL DEPREDADOR PSÍQUICO

octubre 19th, 2005

Todas las criaturas deben aprender que existen depredadores. Sin este conocimiento, una mujer no será capaz de transitar con seguridad dentro de su propio bosque sin ser devorada. Entender al depredador es volverse un animal maduro que no es vulnerable por ingenuidad, inexperiencia o tontería.
Una persona predatoria abusa del jugo creativo de una mujer, tomándolo para su propio placer o uso, dejándola en blanco y preguntándose qué sucedió, mientras que ellos mismos se vuelven de alguna manera más vigorosos y robustos.

Muchas mujeres han vivido literalmente el cuento de Barba Azul.
Se casan siendo aún ingenuas en cuanto a los depredadores, y eligen a alguien que resulta ser destructivo para sus vidas. Están decididas a «curarlo» con amor. La engañosa promesa del depredador es que la mujer se convertirá en reina de alguna manera, cuando de hecho se está planeando su asesinato.

Existe una salida de todo esto, pero una deberá tener una llave. La llave es tanto el permiso como la aprobación de conocer los secretos más profundos y oscuros de la psique, en este caso ese algo que negligentemente denigra y destruye el potencial de una mujer.
Plantear la pregunta apropiada es la acción central de la transformación.
Las preguntas son las llaves que hacen que las puertas secretas de la psique se abran de par en par.
¿En dónde piensas que está esa puerta, y qué podría haber del otro lado?
¿Qué hay detrás de lo visible?
¿Qué hace que esa sombra se asome en la pared?
¿Qué cosa no es como parece?
¿Qué es lo que yo sé en lo profundo de mis ovarios que desearía no saber?
¿Qué parte de mí ha sido asesinada o yace muriendo?

Animémonos a huir del depredaror.

Del capítulo 2 de Mujeres que corren con los lobos de Clarisa Pínkola Estés

SER MADRE 2 – DÍA DE LA MADRE EN ARGENTINA

octubre 16th, 2005

El tercer domingo de octubre se celebra, en Argentina, el Día de la Madre. Y ese día, es hoy.

Debe haber pocos vínculos tan complejos como los de una madre con sus hijas e hijos. Basados en el amor, esos vínculos se entretejen con múltiples historias, encuentros y desencuentros.

Particularmente, me incomoda la imagen edulcorada que hemos mamado sobre las madres. Fotos de embarazadas a trasluz; mujeres bellas y rubias corriendo por los parques con sus hijitos; damas felices, impecables y maquilladas a las siete de la mañana, sirviendo el desayuno a sus hijos e hijas prolijas y educadas… En fin, no digo que no existan, pero la realidad es muy diferente de todo eso…
Los partos duelen, los chicos lloran y son caprichosos, se ensucian y no hay lavarropas automático ni jabón en polvo con superoxígeno que nos saque el malhumor. Los amamos y eso es lo que nos permite a la luz del tiempo olvidar todo aquello.

Pero los hijos y las hijas no vienen con un folleto de instrucciones como los electrodomésticos. Aprendemos con ellos a ser madres, porque sólo somos madres cuando ellos y ellas aparecen en nuestras vidas. De repente un día, nos encontramos con un ser que depende absolutamente de nosotras PARA SIEMPRE. Quiere comer, tiene frío, cólicos, mimos, deseos, proyectos, gestos que nos molestan, amigos que no nos gustan… Son parte de nosotras y a la vez ajenos. Son unos otros y otras tan diferentes y tan parecidos. Tan nuestros y tan de nadie. Sufrimos sus dolores y gozamos sus alegrías, construimos los vínculos como vamos pudiendo, con más o menos miedos, con más o menos sesiones de terapia.

No se puede generalizar casi en nada, pero creo que en esta relación humana menos que en ninguna.
No todas las personas idolatran a sus madres, ni todas las madres darían la vida por sus hijos. Eso es mentira y la vida está llena de ejemplos que así lo desmuestran, porque el famoso “instinto materno”, que nos metieron de prepo en la cabeza, es sencillamente una mentira. No existe tal cosa simplemente porque somos humanas y no animales.

¿Qué es ser madre? ¿Parir un hijo?¿Criarlo?¿Mimarlo?¿No ponerle límites?¿O ponerle demasiados? ¿Qué es ser madre?
Pregunta demasiado grande, difícil de responder, por eso una publicidad no alcanza, ni un día que nos homenajee, ni un poema que nos ensalce.

Ser madre puede estar muy bien, pero lo que no debemos olvidarnos jamás es que ante todo somos mujeres y que en tanto nos sintamos bien con nosotras mismas, mejor relación podremos tener con nuestros hijos e hijas. Porque cuando el tiempo pase y ellos se vayan y ellas se independicen, nosotras nos vamos a quedar a solas con nosotras mismas y cuando nos miremos al espejo vamos a ver que ahí hay algo más que una madre, hay una mujer.

Así que amigas argentinas, mamás, mami, feliz día.

LOS SENTIDOS

octubre 10th, 2005

Conmoverse con una mirada, emocionarse con una canción, viajar mil años atrás en un segundo al percibir un olor de de aquella torta de la abuela, saborear algo delicioso, acariciar la piel de un bebé… Se habrán dado cuenta, por algunos de mis últimos posts, que me gusta pensar y hablar de los sentidos.

El mundo tiene una oferta infinita de olores, sabores, texturas, aunque no siempre estamos abiertas a percibirlos. Frecuentemente los sentidos se nos imponen, nos traen, a veces violentamente, recuerdos que creíamos olvidados para siempre, pensamientos gratos o dolorosos pero tan vívidos que no hay nada que podamos hacer. Nos atrapan, nos rodean y es imposible sustraernos. Allí está esa comida de la infancia, allí está el primer amor o el último. Allí están, de la mano de un olor o una melodía.

Me gusta pensar la sensualidad como una capacidad humana, sin embargo, la sensualidad es algo potencial que algunas personas pueden permitirse más que otras. La educación que hemos recibido, los estímulos que hemos aprendido a registrar, entre otras cosas, nos permiten, de adultos, ser más o menos perceptivos.

Los sentidos son aquello que nos conecta con el mundo y si somos capaces de registrar lo que nos producen, puede ser maravilloso.
No hay nada como los sentidos y la sensualidad que muestre mejor que los seres humanos no estamos escindidos en cuerpo por un lado y alma/espíritu/mente o como lo quieran llamar por el otro. Somos una sola cosa, llamémoslo cuerpo pensante o mente sintiente. Pero una única cosa, cuya conexión con el exterior son los sentidos.

Las invito a comprarse un chocolate, prender una vela aromática o un incienso, sentarse en el sillón favorito, y mientras acariciamos a nuestro amante, al gato o al perro escuchemos una de esas canciones que nos conmueven el alma… después de eso, tal vez, la vida tenga otro color, no sé, digo yo…

EL HEDOR

octubre 5th, 2005

El olor debe ser de las cosas más difíciles de describir con palabras. Pero hay un libro, “El perfume” de Patrick Süskind, que literalmente huele… y lo que transmite no es precisamente una sensación agradable:

“En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de ratas; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios. El campesino apestaba como le clérigo; el oficial de artesano, como la esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el siglo XVIII aún no se había atajado la actividad corrosiva de las bacterias y por consiguiente no había ninguna acción humana, ni creadora ni destructora, ninguna manifestación de vida incipiente o en decadencia que no fuera acompañada por algún hedor (…)”

« Previous Entries   Next Entries »